A pocos días de cumplirse un año de su asunción presidencial, Achura Digital elaboró un informe sobre la actual imagen pública de Cristina Fernández de Kirchner. Para tal fin, la producción entrevistó a Rodrigo Mallea, consultor político de Nueva Mayoría.
La imagen de Cristina, un año después
viernes, 21 de noviembre de 2008
Manos solidarias, siempre presentes
sábado, 15 de noviembre de 2008
Justo Carbajales, médico cardiólogo del hospital Ramos Mejía y coordinador de
“Los objetivos fueron preocuparse por el bienestar físico, psíquico y espiritual del paciente, logrando que los colegas acepten atenderlos directamente, sabiendo que pueden coordinar su tarea con los otros miembros de la red. Hay una base de datos organizada por especialidades que está disponible a cada miembro de la red.
¿Qué centros médicos colaboran con este sistema?
La red es de personas. Muchos colegas donan sus consultorios particulares o piden permiso en los sanatorios o clínicas donde trabajan, para atender a los pacientes que acuden a la red. Cada médico va resolviendo como un desafío solidario el problema de cada paciente.
A veces se llegan a acuerdos con sanatorios hasta un límite. Muchos permiten que podamos atender gratuitamente a los pacientes en los consultorios pero no operarlos, entonces, se logra que se operen en el ámbito público. Hay, en el caso de estudios de alta complejidad, centros privados de diagnóstico que nos donan una determinada cantidad de estudios por mes. Nos organizamos a través de nuestra base de datos. Cuando la gente llama a la central de la red, la coordinación les da los turnos para estudios de alta complejidad que necesitan o los derivan con el profesional adecuado.
¿Cómo esta funcionando el sistema sanitario y que opina del la labor que realiza el Ministerio?
- El sistema está funcionando muy mal. Lo que hace el Ministerio de
Vampiros de la city
sábado, 8 de noviembre de 2008
Detrás de las rejas de una de las entidades financieras de la calle San Martín se encuentra José Giménez, guardia de seguridad privada desde hace 25 años. José trabaja doce horas seis días a la semana, y casi siempre de noche. Si bien su voz ronca y sus ojeras grises denotan un cansancio acumulado, Giménez afirma: “Siempre preferí este horario porque se labura más ordenado y me permite deja el resto del día libre para hacer diligencias”. Casado y con tres hijos, Jiménez cuenta que su familia ya está acostumbrada, y que nunca faltó a casi ningún acto escolar de sus hijos, aunque luego termina por reconocer con un brillo en sus ojos: “Siempre fue difícil para mi mujer ir a acostarse y no tener a su pareja al lado”. Mientras controla la salida del personal de limpieza cuenta sus secretos para mantener la vigilia: “Siempre tengo la radio prendida y no paro de caminar, recorrer los sectores, y algunas veces hasta juego a que soy el presidente y me siento en su sillón”, sonríe pícaro. Gímenez duerme tan sólo tres horas, y dice que le alcanza, pero a sus 54 años es conciente que no descansar es peligroso. Y cuenta una anécdota: “Tuve un compañero que una noche dejó abierto el banco y se fue. De casualidad pasó el dueño de la entidad con el auto y como le extrañó la situación, entró y lo buscó, pero no lo encontró. Cuando lo contactaron había sufrido un delirio de persecución. El banco había estado abierto sin custodia por cuatro horas sin que nadie se haya dado cuenta”.
Saliendo del microcentro y camino a Retiro aparece otro de los insomnes de la city. Se trata de Adríán Costas (25) que desde hace cinco años se ubica detrás del mostrador de una estación de servicio de Córdoba y Madero, hasta las 6 de la mañana. Costas reconoce que el cansancio es el enemigo a vencer. “Al principio el cuerpo no me respondía, pero después uno se termina acostumbrando a manejar los tiempos. Aunque cuando te toca trabajar 15 noches seguidas para cubrir a alguien, ahí sí, me transformo en una momia”. Costas no sólo pierde horas de sueño. “Me casé hace ocho meses y a mi mujer, que está embarazada, casi no la veo.”, se lamenta. Y agrega: “Uno se aleja de los amigos porque cuando estoy libre los demás tienen algo que hacer".
Otro de las cosas con las que tiene que lidiar es con la inseguridad. “A pesar de la cana, desde que estoy ya robaron cinco veces”. Y cuenta la última: “Entró uno preguntando de quién era el auto estacionado en la playa. ‘Del señor que está comiendo ahí’, le dijimos. El tipo fue, le pidió muy amablemente las llaves mientras lo encañonaba y se subió al auto lo más tranquilo. Esas cosas creo que sólo se ven de noche”. Sobre la galería de personajes que visitan el lugar, Adrián enumera: “borrachos, prostitutas, chorros”. Los que nunca faltan son los tipos que vienen con tarjetas de crédito gemelas, o los borrachos que te caen tipo cuatro de la madrugada, te quieren pedir algo y apenas balbucean”, cuenta.Por último, Costas, deja una definición acerca de su trabajo. “Cuando empezás a trabajar de noche pasás a formar parte de un submundo, andás a contramano de todos y sos una suerte de marginal”.
Una Improvisación con 20 años de carrera
miércoles, 22 de octubre de 2008
Improvisación Mosquito es un show de improvisaciones que desde hace 20 años ofrece este género al público que participa activamente en cada función, decidiendo cómo se va a desarrollar el espectáculo.
“¿Ya les repartieron el papelito?”, se escucha desde la cola que hay en la puerta del teatro “El Vitral” (Rodríguez Peña 344), aguardando para ver 90 minutos de pura improvisación a cargo de Fabio “Mosquito” Sancineto y un grupo de 16 actores que van rotando en cada función.
El juego en el que uno se sumerge cuando decide participar en Improvisación Mosquito, consiste en proponer un título (no debe coincidir con títulos de películas u obras teatrales) para las improvisaciones que se desarrollarán durante la función, con una duración de cuatro minutos cada una.
Además de la creatividad del elenco, la participación del público es un detalle que se destaca de este espectáculo. Incluso antes de entrar en la sala, los espectadores interactúan con los actores.
Después de realizar una introducción en la que se presenta y propone la interacción del público, Mosquito da inicio a la obra. De un recipiente donde cada persona depósito el papel con el título que propuso, comienza a sacar las opciones y el público decide si se representa o no la propuesta. Cuando se define el título, nuevamente comienza la discusión, aunque esta vez se trate de definir el género de la representación.
Los actores de ambos equipos tienen un minuto para
Cada vez que Mosquito hace sonar el silbato que indica el fin de la improvisación, el público debe votar por alguno de los dos equipos, de acuerdo a su actuación. “Quienes levantan su programa demostrando el color verde se autodenominan imparciales para cualquiera de los dos equipos, y no le otorgan ningún punto”, explica Albornoz.
“Se trata de un juego con la gente. Incluso al final de la obra, suben cuatro personas del público, y forman parte de la última improvisación. Cuando termina la función, el público es dividido en dos, y el grupo que más aplaude gana”, cuenta Lisandro que trabaja en la producción de la obra y ensaya para realizar improvisaciones.
No se trata de una elección caprichosa. Es que Mosquito viene desarrollando su carrera en el mundo de la improvisación desde hace 20 años.
Su carrera empezó 1979, cuando representó “El Príncipe Idiota”, una obra de Dostoievsky dirigida por Inda Ledesma, que le otorgó el Premio Moliere ese mismo año.
Tras participar en distintas obras, Fabio Sancineto comenzó con la improvisación en 1988, cuando realizó la primera temporada de “Match de Improvisación”, dirigido por Claude Bazin, en una creación de
A partir de 1990 y hasta la actualidad, dicta clases de match de improvisación en el Centro Cultural Ricardo Rojas. En un principio, las clases estaban a cargo de dos equipos de seis miembros, un entrenador, un músico en escena y un árbitro que marcaba las faltas.
En 1998, Mosquito realiza algunos cambios en el esquema, y propone un juego en el que el público escribe los títulos y sugiere los estilos. Poniéndose en el papel de árbitro, marca las faltas de los actores y al finalizar la función, invita al público a jugar sobre el escenario en lo que denomina "Improvisaciones con estilo".
También para los más chicos
“Estamos muy contentos con esta propuesta para los chicos”, cuenta Victoria Mammoliti, actriz de Improvisación Mosquito. “Es una forma de acercarlos al teatro y darles a conocer este mundo de la actuación, y en nuestro caso, de la improvisación”, agregó.
En esta propuesta diferente, los chicos y los padres participan por igual. Eligen el título de la improvisación, pero a diferencia del match para los adultos, en Matchocolate se eligen la duración de la improvisación y la cantidad de jugadores. “Los géneros pueden variar ampliamente a partir de la imaginación de los chicos”, y los actores están preparados para adaptarse ella”.
Por Julieta Muñoz