De la calle al primer mundo

viernes, 5 de septiembre de 2008

“Ves cosas y dices, "¿Por qué?" Pero yo sueño cosas que nunca fueron y digo, "¿Por qué no?"”. Cuando George Bernard Shaw, escritor irlandés, pensó esta frase, seguramente no lo hizo inspirado en Argentina, ni en los “sin techo” ni mucho menos en sus sueños. Sin embargo, sus palabras se instalan casi como un mensaje subyacente en “La otra copa”, el documental del joven realizador Damián Cukierkorn, que trata de la historia de un grupo de argentinos en situación de calle que les toca vivir una experiencia impensada en la realidad pero posible en los sueños: jugar un mundial de fútbol representando a su país.
Todo comienza en un frío día de otoño dentro de las instalaciones de la revista “Hecho en Bs. As”, (publicación que venden personas que viven en la calle), donde se les comunica a los vendedores la apertura de un taller de fútbol, con el fin, lejano aún, de poder llegar a participar por primera vez del "Homeless World Cup" o el “Campeonato de los "sin techo"”, a disputarse por espacio de una semana en las instalaciones de un colegio en Gotemburgo, Suecia, cuatro meses después.
A partir de ahí, se inicia un recorrido por distintas situaciones, todas con una intensa carga emocional. Y es que en verdad, no pasa por alto ver a un puñado de hombres de distintas edades y estado físico, muchos sin ropa apropiada, entrenarse con las mismas ganas que la que salen a vender su revista; como tampoco observar luego esa mezcla de tristeza, desilusión e impotencia, primero de quienes quedan fuera de la lista de los que viajan y después de la mayoría, que por falta de partidas de nacimientos o por antecedentes penales ven por terminado sus sueños.
Tan sólo tres son los que finalmente viajan: Sergio, de 25 años, Omar de 27 y Rubén de 42, y lo que sigue con ellos es aún más interesante, sea el mundial la excusa, porque lo rico siempre está en lo paralelo: el asombro del primer viaje en avión, el encuentro con “otro mundo” y el contacto con “pares” de diversos orígenes, todo a partir de las vivencias de estos tres personajes tan distintos uno del otro, que sin quererlo cumplen un rol determinado: el “vivo y ganador”, el “simpático y perdedor” y el “callado y pensativo”.
El desempeño demostrado en un mundial lleno de pasión termina siendo meritorio, pero de los momentos mas destacados el que sin duda queda en la retina del espectador, es “ese” soñado por muchos futboleros en la niñez: cantar el himno con la camiseta argentina en un pecho inflado de orgullo.
En fin, tal vez sin buscarlo, el documental permite la reflexión de que ni la falta de oportunidades, ni la realidad, por más dura que sea, pueden desterrar a los sueños. Porque en definitiva, es la posibilidad de realizar un sueño lo que hace que la vida sea interesante.

“LO MEJOR QUE ME DEJÓ FUE LA FELICIDAD DE HACERLO”

Damián Cukierkon tiene 30 años y en su currículum figuran trabajos en TV (con Jorge Lanata) y cine (con Damián Szifrón), pero “La otra copa” significa su estreno como director y al referirse sobre él afirma orgulloso: “Lo mejor de este documental fue la felicidad misma de haberlo hecho, sobre todo a nivel emocional”.
En conferencia de prensa, Cukierkorn, quien se autodefine una “minipyme”, contó que su trabajo lo hizo con sus ahorros y con equipos prestados y que filmó 80 horas sin un guión predefinido salvo la idea original de basarse sobre el mundial de “homeless”. “La idea nació en el 2003 cuando me enteré de que se jugaba un mundial con gente de la calle. Con la idea de que Argentina pudiera estar representada, me contacté con la gente de “Hecho en Bs. As.”, que trabaja con gente “sin techo” y enseguida la idea enganchó”.
El director aclaró que los gastos tanto del viaje como de la indumentaria de los jugadores corrieron por parte de sponsors y que del gobierno no recibieron nada. “Sería una contradicción que el gobierno que no apoya la revista, haya colaborado para este viaje”.
Al referirse al mundial, el director comentó que adentro de la cancha “los partidos se jugaron muy en serio, dejando todo en cada pelota”, pero que afuera de la cancha el clima fue “impecable”: “Hubo una buena convivencia entre los jugadores de los seleccionados y el público se comportó muy bien, incluso los chicos se sacaron fotos y firmaron autógrafos”.

Daniel M. Barrientos

Para pensar

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