Entrevista a Jorge Pérez, Guerrillero

domingo, 14 de septiembre de 2008

“La izquierda debe hacer una autocrítica de los setentas”

Jorge Pérez es docente, periodista, y sobreviviente. Tiene una larga historia en la militancia política. Un socialista de los que no quedaron. Su compromiso con la ideología lo llevo a ser fundador de algunas de las primeras guerrillas urbanas. Parece ser la persona indicada par preguntarle acerca de la lucha armada en los setenta.

-¿Cuáles fueron los antecedentes de la lucha armada en los setentas?

-A fines de 1959 hubo un grupo peronista denominado Uturunco alentados por el Secretario General del movimiento, Jhon William Cooke, que llegaron a tomar una comisaría en Frías, Santiago del Estero. Se disolvieron prácticamente solos, por falta de apoyo.
En los sesentas se dio la resistencia peronista, y hubo algunos hechos típicos de guerrilla, el más conocido es cuando un grupo en el que estaban Gustavo Rearte y Felipe Vallese, reducen un destacamento de Gendarmería que custodiaba Ciudad Evita.
En el 63 se dio en Orán (Salta), un intento de establecer una guerrilla, con argentinos que se habían entrenado en Cuba, esto es, el EGP (Ejercito Guerrillero de los Pobres). Fue sofocado. Uno de sus líderes, Jorge Masetti, desaparece en la selva. El cubano Hermes Peña Torres muere en los enfrentamientos. Otros son capturados y estuvieron presos hasta el 73.
Está MNR Tacuara, una división de la agrupación de extrema derecha Tacuara, que pasa a ser guevarista después de la revolución cubana. La dirigía Joe Baxter, y participaban José Luis Nell y Amanda Peralta entre otros. Estos muchachos protagonizan el asalto al Policlínico Bancario, en el que mueren policías y empleados. Después la policía lo desmanteló.
A partir del 59 estuvo FAL. Se caracterizaba por tener una estricta reserva, mucho tiempo después se supo quienes éramos. Lo más relevante que hicimos fue el robo de armas en el Instituto Geográfico Militar.
En el 68 capturaron a los compañeros de las Fuerzas Armadas Peronistas en Taco Ralo (Tucumán). Fue una captura sin combate, venían del monte desarmados y los agarraron. Estuvieron presos 5 años.
Fueron muchas las agrupaciones que querían una lucha armada antes de los setentas.

-A pesar de estos antecedentes en los setenta hay un paso masivo de la izquierda a la lucha armada ¿Este paso por que se dá?

-La situación mundial era otra. Los jóvenes de aquella época veíamos que el socialismo era exitoso en todo el mundo. La Unión Soviética gana la Segunda Guerra, los países de Europa del Este pasan a ser comunistas. China pasa en el 49 a ser comunista. Después se ve que las potencias pierden sus colonias. Se da que los yanquis pierden una guerra en Corea. Agregale en el 51 la Revolución Cubana.
Y después hay otras cosas: el 4 de octubre del 57 se da el Sputnik, el primer satélite artificial. Después los triunfos de los rusos en deportes, en las olimpíadas de Helsinski, y la primacía rusa en ajedrez. Todo esto impresionaba, incluso a algunos integrantes de mi familia, gente bastante reaccionaria.
Por otra parte con el golpe militar de septiembre del 55, hay hechos como los bombardeos en Plaza de Mayo, con mas de 300 muertos, o los fusilamientos que sucedieron al levantamiento del General Valle. Con la proscripción del peronismo se había prohibido nombrarlo siquiera. Uno, viejo peronista, tenía un loro que decía todo el tiempo “Viva Perón” y que por seguridad tuvo que mandarlo a una familia que vivía alejada, sino se le podía armar. La asfixia era total.

-¿Pero cuáles fueron los hechos detonantes?

-Cuando entra Onganía el retroceso económico de las capa medias era cada vez mayor. Eso sumado al clima de represión en todos los aspectos fue un cóctel explosivo. Perón mismo daba señales a la juventud. Hablaba a favor del Che, decía cosas como: “si tuviera veinte años yo también pondría bombas”. Perón alentó las armas. Había optimismo, una sensación de que una victoria era factible
Por eso cuando ya estaba cayendo esa dictadura, para el 71, cuando las movilizaciones eran cada vez más masivas, cuando el ERP, el PRT, organizaciones trotskistas y aparece montoneros, todos estaban, a pesar de las diferencias, tirando para un mismo lado. Y sacando armas.

-¿Por que el fracaso entonces?

-Pasa que en todo eso había fuerza prestada, estaba Perón atrás de todo esto. Cuando llega el 73 muchos se retiran de la lucha. Otros siguieron. Pero ya era otra cosa y fuimos viendo cómo fuimos quedando cada vez más solos.

-Hay quien dice que la izquierda fracasó porque los obreros no querían unirse a una revolución sino veranear en Brasil y comprarse electrodomésticos.

-No creo que haya sido por eso. En esa época había pleno empleo. Los obreros tenían el 56% del PBI. Los trabajadores que hicieron el Cordobazo eran los mejor pagos del país.
Yo trabajaba, podía veranear en Brasil y comprarme electrodomésticos. Pero hay otras cosas además de las necesidades materiales. Están tus ansias, tu dignidad, tu ideología.

-Además de la lucha armada ¿cuales serían las principales deferencias entre la izquierda de aquella época y la actual?

-La izquierda de aquella época se planteaba, en general, una organización de manera vertical, de partidos. Con la derrota muchos plantean rechazar todo lo que sea organización. Además ahora los compañeros están dispuestos a escucharse unos a otros. Borges decía: “Muchos japoneses tiene una opinión muy extraña, parten de la base de que el interlocutor puede tener razón”. O sea, hay más sensatez. Pero estamos muy atomizados, muy desperdigados. En aquella época la gente trabajaba, estaban todos sindicalizados. Vos podías rápidamente tener una idea de que pensaba tal sector, en cambio ahora está todo fragmentado. Calculá que ahora hay un 20% de desocupación, y del 80% restante, la mitad esta en empleada informalmente, sin sindicalización. Es muy difícil no sólo de unir, sino de tener una idea globalizadora de que es lo que habría que hacer.

- ¿Usted cree que la izquierda de esa época debe hacer una autocrítica?

-Yo creo que es necesaria. Hay una vieja frase que dice “no hay que darle más armas al enemigo”. Pero el enemigo ya sabe todo, nosotros lo que hacemos es ocultarle a los compañeros.

-¿La ve posible?

-No. Yo puedo dar una reflexión mía y de varios compañeros. Ahora de otros lados han quedado aniquilados, se han peleado entre ellos, pero muchos son reticentes.
Hay quién dice: “todos tiene que arrepentirse”. O que los milicos ya hicieron una autocrítica. Pero no es comparable lo que hicieron ellos con lo que hicimos nosotros. Bastante hemos pagado relativamente. Además yo puedo hacer una autocrítica pero eso no implica que esté arrepentido de haber tomado las actitudes que tomé.

Para pensar

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