Médanos, nuevas tierras para el cultivo de la vid

martes, 16 de septiembre de 2008


Un pueblo ubicado al sur de la provincia de Buenos Aires surge como novedad vitivinícola, en un país que posee vasta experiencia en la producción de vinos. Aprovechando las virtudes de un suelo poco explotado en este sentido, los expertos en el tema, en su mayoría provenientes de tierras mendocinas donde la vitivinicultura es el centro de la actividad comercial, aportan sus conocimientos en el área para obtener lo mejor del vino. Ubicada al este del país, esta franja sale a la luz para renovar los aires, sumando nuevas opciones al amplio espectro de vinos de alta gama producidos en el ámbito nacional.


Una nueva región vitivinícola está siendo explotada en el país. Hasta acá no existe la novedad, por ser la Argentina un excelente productor de vinos reconocidos en todo el mundo por la calidad de sus uvas. La primicia surge al aclarar que se trata de una región que, si bien figura en el mapa del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) entre las zonas aptas para el cultivo de la vid, se ubica al este del país y hace menos de una década comenzó a explorar el mundo del vino, llegando en la actualidad a dar los primeros frutos del esfuerzo realizado por los expertos que estudian esta nueva zona.

Se trata de Médanos, un pueblo situado a 713 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires y a 36 de Bahía Blanca, que pasa a ser conocido por convertirse en una nueva región vitivinícola argentina y mundial, productora de vinos de alta calidad.

Ubicada a 39º de latitud sur y en la franja este del país, esta ciudad se convierte en uno de los lugares de producción de vid con mayor tiempo de exposición solar del hemisferio sur, haciendo que el día sea más largo, por lo que el tiempo de fotosíntesis es mayor y se producen más polifenoles.

Esta zona totalmente original, separada del océano Atlántico por sólo 40 kilómetros, presenta un terroir atractivo para la actividad vitivinícola, que se caracteriza por sus suelos rústicos y arenosos de partículas gruesas, muy sueltas, con bajo contenido en materia orgánica. Existe además una gran amplitud térmica entre el día y la noche, como consecuencia de la ausencia del efecto amortiguador del agua en la temperatura, lo que hace que la planta acumule la energía producida durante el día, transfiriéndola al fruto para ser almacenada en forma de azúcar y fenoles. Todas estas características hacen que se logren vinos elegantes, de color intenso, expresivos, frescos y con mucha personalidad.

Por Julieta Muñoz

Para pensar

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